La poesía entendida como un recorrido
interior, como una indagación del ser, del yo autobiográfico, recorre gran
parte del imaginario de la poesía lírica. Los poemas de Stella Maris Ponce
siguen esa tradición -que uno asocia inmediatamente con la poesía española moderna-;
se instauran en una zona donde el lenguaje se vuelve búsqueda del yo,
"ombligo de la búsqueda", nos dice en un verso de
"Encuentro", incluido en "Alegoría", la Sección con la que
se abre este libro Rituales de la noche- Enseguida asocié este título
con "Cantos de la anoche" del gran poeta entrerriano Alfonso Solá
González, sobre todo parque en esa obra también aparece la noche como símbolo
de revelación. Asimismo, recordé un texto que forma parte del libro "El
Espacio literario", "La trampa de la noche"(1955), donde el
filósofo francés Maurice Blanchot, escribe:
Es un riesgo
esencial, es una de las decisiones posibles del día: o bien acoger la noche
como el límite de lo que no debe ser franqueado; la noche es aceptada y
reconocida, pero sólo como límite y como la necesidad de un límite: No debe
irse más allá. Así habla la mesura griega. 0 bien, la noche es lo que el día
debe disipar al fin: el día trabaja bajo el solo imperio del día, es conquista
y tarea de sí mismo, tiende a lo ilimitado aunque en el cumplimiento de sus
tareas no avance sino paso a paso y se aferre a los límites y a las fronteras,
Así habla la razón, triunfo de las luces que simplemente ahuyentan las
tinieblas- 0 bien la noche es lo que el día no sólo quiere disipar sino aquello
de lo que quiere apropiarse: la noche también es lo esencial que no hay que
perder sino conservar, no ya acoger como límite, sino en sí misma; EN EL DIA
DEBE PASAR LA NOCHE; LA NOCHE QUE SE HACE DIA VUELVE LA LUZ MAS RICA Y EN LUGAR
DEL CENTELLEO DE LA SUPERFICIE, HACE DE LA CLARIDAD LA IRRADIACION DE LA
PROFUNDIDAD. EN EL DIA ES ENTONCES EL TODO DEL DIA Y LA NOCHE, LA GRAN
PROMESA... (las mayúsculas son mías).
Y agregaría que, para Stella, la
noche es la promesa de la revelación. Revelación de verdades ocultas o veladas
por la luz del sol. "Rito" —etimológicamente significa: ' forma
consuetudinaria de verificar una ceremonia solemne' -del latín
"ritu", 'costumbre', 'uso'. Podríamos decir entonces que estos poemas
son los rituales nocturnos de la poeta, rituales para escapar de las rutinas
del día, de lo contingente, de los rigores que nos impone la vida cotidiana.
Hay muchos versos en el libro que ilustran todo esto. Elijo algunos, al azar:
" Una noche basta para "Yacimientos de la noche
entrar al mundo" donde
hurgan como
"Noche" p.15
mendigos los poetas"
"Las
quejas del agua que sube"p.25
Ambos de la Sección "Rituales de la Noche"
" El corazón de la noche se insinúa
con la cadencia de una danza esperada
en los pliegues del vestido de una mujer...
El tiempo fluye en medio de la noche"
"Los
tiempos de la lluvia" de “Aire de Blues"-p.119
Si el centro de
irradiación del discurso es la noche, el día, representa el obstáculo que hay
que superar para tener acceso a nuestro "yo profundo", aunque ese
acceso, parece sugerir la autora, está limitado por nuestra conciencia, y por su
carácter efímero. Son instantes de epifanía en el transcurso de la existencia,
siempre condicionada por la realidad cotidiana.
"Un ojo sin párpados
fijado en su blancura encendida
deambula sobre el misterio
{De Rituales de la noche
“Una música
remota tiende el puente entre los extremos
de la
incertidumbre" Del aire y sus cantos)
"En definitiva
sólo se trata de escapar
de la trama de los días
que con furiosa lava
y constancia senil
gana terreno
en la playa del deseo"
"En definitiva" -1º
poema de la sección “La trama de los días", Sin embargo, ¿es posible
“escapar de la trama de los días? Hay sublimes subterfugios o formas del olvido
o del éxtasis, como la música, como el arte, como la literatura.
“Y
trepa mostrando sus uñas
que
se aterran
a
la única pared
al
mismo atajo
donde
sueña" - “Se deforma",p.81, de "Motivos".
¿Y dónde se pueden
inventar otros mundos posibles para el hombre, sino en la poesía? Esa
"morada del ser", diría Heidegger. No hay en estos textos ningún
derroche, ningún exceso; hay condensación expresiva conseguida por medio de una
austera adjetivación, por la sugerencia de las imágenes y, ocasionalmente, a
través de formas epigramáticas o aforísticas. El lenguaje recurre a símbolos
clásicos, como el sueño, el aire, la luna, el mar, el fuego, el exorcizar el
yo, para proyectarlo, para diluirlo, darle, al fin, un sentido a la vida.
El gran poeta italiano, Eugenio
Montale, en 1962, postulaba:
Si deseamos considerar a la
poesía como un hecho espiritual, entonces es evidente que toda gran poesía nace
de una crisis individual de la que incluso el poeta puede no ser consciente.
Pero más que de crisis (palabra ya sospechosa}, hablaría de una insatisfacción,
de un vacío inter no que la expresión alcanzada colma provisoriamente. Sin
embargo, éste es el terreno del cual nace toda obra de arte.
Este es también el terreno del cual
surgen estos poemas. La poesía nace de una carencia, de una incompletud, de un
desacuerdo con el estado de las cosas.
RITUALES DE LA NOCHE es una obra
que se presenta al lector a modo de caleidoscopio, donde la autora quiso reunir
prácticamente todo lo que había escrito, desde sus comienzos hasta hoy. El
orden es cronológico. Está dividido en ocho secciones, que incluyen distintos
grupos y cantidades de poemas. Los nombres de estas secciones son: ALEGORIA
-RITUALES DE LA NOCHE -LA TRAMA DE LOS DIAS -DEL AIRE Y SUS CANTOS -MOTIVOS -
MENSAJE PARA EL FUEGO - HAIKUS y -AIRE DE BLUES. Hay diferentes registros y
búsquedas estéticas, pero creo que el libro podría dividirse -a grandes rasgos
y con escasas excepciones-en dos grandes apartados: En el primero, encontramos
versos como los siguientes: "Racimos de aire/ me separan/ de la tierra a
la que llego en sueños" (en “Del aire y sus cantos"), que podrían
considerarse como una síntesis conceptual y formal -si creemos que la poesía
también puede ser entendida como una música del sentido o como una armonía del
sentido-. Este primer apartado -que incluye los poemas más intimistas del
libro-, llegaría hasta la Sección "Motivos", a partir de la cual, si
bien la voz sigue siendo la misma, cambia el registro: La primera persona
lírica tiende a desaparecer, a fundirse en los objetos observados -o con los
personajes homenajeados, como en el logrado poema dedicado a la cantante de
blues, Billie Holiday , donde logra superponer su propia voz a la de la
cantante, poema que además es el único incluido en el libro que registra esa
otra pasión de Stella, la del canto. Otro buen ejemplo de lo que sería este
segundo gran apartado del libro, son los dos versos finales del poema
"Fulgores" de la serie “Mensaje para el fuego”:
"No es la brisa que intenta apagar el fuego
es la llama que duda si seguir encendida" p. 101
Es tradicional dentro de la crítica
literaria considerar los elementos que componen el universo como demarcaciones
de cada tipo poético. Stella es una poeta del aire. El aire, como es sabido,
envuelve la tierra y permite la vida, la respiración del hombre y el 'vuelo
mágico' que en ciertas culturas arcaicas simboliza la ascensión espiritual, el
elevarse por encima de la tierra; pero el aire es también el viento, “ese
agitador que sopla sobre los fuegos del hombre" (como afirma en "El
Vuelo"), que arrasa y borra, que simboliza el riesgo de la volatilización,
de la pérdida de nuestras huellas sobre la tierra;
"Y
el peine. Ese peine marrón de carey
con puntas indecisas
sobre la mesa de mármol blanco en grietas
para recordarme
que algo de mi
anda solo por ahí,
perdiéndose"
escribe, en el que probablemente sea
el poema más original del libro: "Un peine sobre la mesa de mármol".
En este poema casi "fotográfico", conmueve el viaje realizado por una
porción del cuerpo, de la cual habitualmente no somos conscientes. El poema
lleva al lector a imaginar la innumerable cantidad de "fragmentos"
-del cuerpo o del alma- que uno va dejando en cualquier parte, diferentes
huellas de nuestro "Yo", que tal vez otras personas que nos han
conocido conserven. En fin, es un intenso poema que podría generar un viraje en
la escritura futura de Stella. También aquí podríamos pensar en el viento como
personaje invisible que se lleva lo que somos.
Es ese aire del que antes hablaba el
que sustenta la levedad del estilo de Stella (levedad, como la entiende el
escritor, Italo Calvino), las palabras aparecen unidas como con corpúsculos de
aire, aunque a veces la materia verbal sea densa. Gráficamente el aire está
señalado por los espacios en blanco entre los versos y estrofas y,
particularmente, por los blancos de las páginas pares, puesto que los poemas
están impresos sólo sobre las hojas impares. - Hay, por lo demás, una gran
concisión que tiende a resignificar la experiencia, con un lenguaje hecho de
indicios, para que el lector complete el sentido, que, en algunos casos, se
vuelve ambiguo o hermético. Si bien esta actitud lirica se acerca a ciertos
postulados del simbolismo, en varios textos, la autora se aparta de este
movimiento, a través de la concatenación de imágenes que, en lo que llamé el
segundo gran apartado, son muy contundentes, como en el poema “Estampa “, de la
serie '‘Motivos”, dedicado a su padre:
“Una
parva de pasto verde y seco
más
alta que el hombre
apoyado
en la pala.
Una
vieja pala
marrón como
el hombre
heredada
como el pasto.
Tres
palabras
bajo el cielo de la
tarde:
hombre,
pasto, pala.”
-p.73—
Mientras en el primer apartado, resuenan
las voces de poetas como Octavio Paz, Roberto Juarroz, H.A. Murena y Oliverio
Girondo, es decir, una poesía que podríamos llamar "a grosso modo”,
existencialista -y donde hay menos transparencia y más opacidad en la
connotación del discurso, por el frecuente uso de sustantivos
abstractos-; en el segundo apartado, el referente y acaso el maestro más
evidente de Stella sea el gran poeta norteamericano
William Carlos Williams (a quien por
otra parte, Stella homenajea escribiendo una hipotética
continuación de su célebre poema "La Carretilla Roja") y sus discípulos,
los poetas minimalistas norteamericanos. Como ellos, muchas veces, la poeta
parte de un objeto mínimo, insignificante, banal o de un acontecimiento
intrascendente -la lluvia, una pala, un papel, un farol, unos escarpines, una
vela, un peine, el color amarillo- y desde allí, describe su percepción y
presenta las imágenes con muy pocos comentarios -imágenes que, al mismo tiempo,
en su desnudez, vuelven indirectamente a reflexionar sobre cuestiones vitales
como el amor y el dolor, la identidad, el destino, el hastío, la soledad y el
tiempo, Es decir, temas que la literatura siempre se ha planteado, Pero
justamente lo que esta escritura tiene como marca propia es esa mezcla o alternancia
entre lo que podríamos llamar una poesía del ser y una poesía de la percepción;
dicho de otra manera: entre una poesía que habla de la interioridad y una
poesía que habla de lo que es exterior, de los acontecimientos, de los objetos,
de los otros seres. Y creo que ese delicado equilibrio es muy visible en un
poema ya citado, "La Carretilla Roja", incluida en la Sección
“Motivos", que me permito leerles:
Tanto depende
de
una
carretilla
roja lustrada
con
agua de lluvia
junto
a los pollos
blancos.
(W.C.W.)
Y Ponce, reescribe:
“Tanto depende de
una
hoja seca y sola
en la
calle final del
otoño;
tanto depende de
un
esquivo rayo de
sol
tras
la persistencia
de la lluvia;
tanto depende del
instante navaja
que separa
el sueño de la
vigilia;
tanto depende del
silencio
cuando se vive su
ausencia;
Tanto depende de
una
palabra
sobre el papel
en blanco.”
He podido asistir durante años al crecimiento de Stella como poeta y por
eso me complace estar aquí acompañándola un día como hoy, cuando este libro
podrá encontrar a sus lectores. He sido un privilegiado lector de sus poemas,
desde su nacimiento hasta su madurez, que es lo único que otorga dignidad a la
publicación de un libro de poemas, aparte de que, en este caso, la edición
integra la Colección que dirige la querida poeta Marta Zamarripa, lo cual ya es
de por sí un aval significativo. Y la verdad es que a mí me dio mucha alegría
leer este libro, porque está escrito por una amiga y, sobre todo, porque es un
buen libro de poemas. Un libro que inaugura una voz en la poesía entrerriana:
Una voz hecha de oscilaciones tenues, que suena en un registro tan bajo, de
tanta contención, que a veces se parece al silencio con el que dialoga. Como en
un atenuado resplandor, en las páginas de este libro, podemos oír una voz que
se está afirmando y que ha descubierto en el canto su destino.
Podríamos preguntarnos, entonces, ¿cuándo dejará Stella Ponce de buscar
o de dudar? cuándo soltará sus amarras y dejará de deambular, cuándo finalizará
su recorrido. Parafraseando "Botella al mar" -uno de los poemas clave
de este libro-creo que también ella trae para nosotros un mensaje que todavía
no puede darnos. Porque aún no lo ha descubierto. Y esperemos que no lo descubra
nunca, así volvemos a tener la dicha de encontrarnos con un nuevo libro.
"El impulso que lleva al poeta hacia la escritura nace del encuentro de su
imaginación con lo sagrado", decía el poeta inglés Auden. Lo sagrado no
alude a lo religioso, sino a la manifestación del misterio del mundo. Uno no
sabe quién es y por eso escribe, y mientras tanto surgen los poemas, y mientras
tanto publicamos, y mientras tanto festejamos todos juntos esta palabra en
estado de gracia, que es la poesía.
Marcelo
Leites
Concordia, diciembre de 2002